viernes, 13 de febrero de 2009

Iluminación colectiva!

No! El A.L.F.I.L. no ha muerto, ni se ha perdido en la selva, ni se convirtió a la religión de Afsana.
No!
El A.L.F.I.L. no dejo a Repticristo, aunque si a la Ex-virgen, por que se le subieron los humos a la cabeza, y quiso tomarse la iglesia del Repticristo por las malas, mientras el A.L.F.I.L. se encontraba escribiendo una obra maestra.
No! No son más traducciones de los papiros.
No! No es una maravillosa historia sobre la virtud del señor de los reptiles.
Si!
SI! Es una canción!
UNA CANCIÓN QUE DEBÍA ENZALSAR EL ESPÍRITU, ELEVARLO A SU MÁXIMA EXPRESIÓN.
Todo ocurrió en la pequeña cueva frente a la playa donde el A.L.F.I.L. se ha recluido para crear el arte místico. Una noche, sentado frente al mar, se le vino el eco, el aroma de unas letras, de una melodía pegajosa perfecta para alertar a los fieles, para elevar sus espíritus. Gracias Ouruboros, gracias, pensaba, mientras se hacía un pequeño corte en el dedo para escribir sobre las piedras claras de la cueva la letra magistral, la sinfonía divina que haría a Repticristo el gran mesías de la nueva era.
-¡Todos estos meses! Nada ha sido en vano... se decía mientras escribía con una pasión tan parecida al amor, y a la ira. luego, exhausto, un poco anémico, se recostó sobre la arena blanca y durmió por tres días.
Luego despertó y todo le parecía nuevo, hermoso. Vio lo que había escrito en la pared, letras rojas, vivas, llenas de emoción. La canción, el oda máximo. Se llamará "Abrazo". Y luego se dedicó a cantarla y memorizarla para transmitirla a los, cada día menos, seguidores.

A la semana siguiente, ya instalado en Santiago, realizó una reunión con sus seguidores para iluminarlos con la obra.
Sentados, comiendo papas fritas hechas por su madre, lo miraban relatar los extraordinarios hechos que lo llevaron a la revelación. El cansancio, la ira divina, la luces que explotaban en su cabeza a medida que la sangre fluía por su santo dedo. Y luego comenzó. Su voz divina ilumino a sus hermanos;

Sentado frente al mar
mil rezos yo le di
después le dije adiós
todo termina aquí
y el me dijo así

El A.L.F.I.L. movía su cuerpo de a cuerdo a los gestos de la canción, sus venas, iracundas, se llenaban de sangre de las notas altas y los asistentes, estupefactos, lo miraban con la boca abierta. La hice, pensó el A.L.F.I.L., y cantaba con más y más pasión.

Abrazame y veras
que el mundo es de todos
salgamos a correr
busquemos el ayer
que nos hizo ver a Ouruboros

Las caras de algunos contertulios comenzaron a cambiar. Un par aclararon su garganta y uno solo osó pararse con la excusa de ir al baño. La ex-virgen, que se encontraba presente aunque no fue invitada, se preparaba para corear la canción, y aplaudía con efusividad. Algo pasa, pensó el A.L.F.I.L..

Repticriiii-iiiiissstoooo
Repticriiii-iiiiissstoooo
me aleje de ti
sin saber porque

Pero nadie siguió el coro, nadie cantó, excepto la ex-virgen, que ni siquiera dio con las notas ni la letra, pues en vez de decir Repticriiii-iiiiissstoooo, decía algo así como puerto montt, puerto montt. El A.L.F.I.L. termino la canción con pesades en el corazón. Recibió algunos palmetazos en la espalda. Se hace lo que se puede. Viva repticristo hermano, le dijo el negro, que bebía en el fondo de la sala, mirando el suelo la mayoría del tiempo.
El A.L.F.I.L. se miro a si mismo en un espejo, y por vez primera, supo lo que era realmente, sentirse como un iracundo.

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