viernes, 8 de agosto de 2008

¡A.L.F.I.L. Donde estas!

¡Oh, A.L.F.I.L., donde estás! He buscado por todos los templos de Afsana, los tugurios que frecuentas en Santiago, incluso volví a la playa, nuestras playa, y escarbé en la arena algún rastro tuyo. Tu madre no sabe nada, tu habitación ya apesta a encierro sin ti.
Se oyen noticias, palabras sueltas que cuelgan de las bocas de los nuevos creyentes que dejas a tu paso. Y me dicen; El A.L.F.I.L. es un genio, el A.L.F.I.L. estuvo aquí, se quedó en mi casa, bailó con mi mujer y jugó a la pinta con mis hijos, resamos mientras bebíamos la botella de wisky que dejo sólo para ocasiones y me mostró el mundo de Repticristo, un mundo posible, un mundo perfecto... Pistas, vivencias que no me llevan a ninguna parte, que no me muestran como llegar a ti. Pareces tan lejano como una antigua estatua griega, perfecta y fría, tan inalcanzable.
¡Oh A.L.F.I.L.! Si al menos pudiera olvidar tus besos, el tacto preciso de tus dedos, tu voz en mi oído, que tan facilmente caló en mi alma. Tu madre me contó de tus planes de viajar a Beijing, para conocer a los grandes deportistas, y mostrarles el camino del Gran Reptil. Sé que tus responsabilidades son grandes, que Repticristo te ha encomendado la gran tarea de cambiar el mundo. Yo no quiero estorbar, sólo quiero que me hagas parte de ésto, tal como lo prometiste, aquella noche en la playa, con la arena acariciándonos las cabezas y la luna menguante de Pichicui bañando nuestros cuerpos entregados al amor. Te dije espera, soy virgen, Y tu me dijiste que mejor aún. que sería la virgen de Repticristo, no tengas miedo, estás a salvo, dijiste. Eres perfecta, mi pequeña virgen, dijiste, siempre estarás a mi lado, dijiste. tantas cosas dijiste, y ahora que no estás, resuenan en mi cabeza cada vez que hay trazas de silencio a mi alrededor. ¡Oh Repticristo, devuélveme a mi Alfil (sin puntitos, por que es mio), es todo lo que necesito para ser feliz!

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