martes, 12 de junio de 2012

Reptimuerte

A.L.F.I.L. vuelve a la ciudad. Le cuesta cruzar los semáforos, se pierde entre calles que antes conocía milimétricamente. Busca antiguos amigos, busca al Negro, busca a R. la ex-virgen, busca a los poetas borrachos en los bares, busca luces en el fondo de los túneles oscuros del metro. Pero no hay nada. Algo se ha perdido en A.L.F.I.L., una luz en el fondo del ojos ahora opaco y seco.
¿Qué pasó en Afsana? Nunca lo sabremos con exactitud, sólo que da la certeza de que Repticristo, Dios y Salvador original ha muerto. A.L.F.I.L. se pasea sienta en todas las bancas del paseo ahumada y ve a los pastores predicar. Siente frío y nauseas y más que nada un profundo desprecio. Le gustaría volver a tener esa locura juvenil, ese temblor consciente en las manos al hablar, y pararse delante de todos los predicadores y escupirles a la cara la Gran Verdad que descubrió en Afsana.
-¡Dios Ha Muerto! - y gritarlo tan fuerte que deje a los predicadores sangrando por los ojos mientras buscan a tientas el cielo.
Luego recuerda que hace muchos años alguien ya lo hizo.
Y antes de el, uno o dos más.
Enciende un cigarrillo y deja que las cenizas simbolicen su tiempo.
-Debo buscar un trabajo - dice.

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