miércoles, 18 de junio de 2008

Pequeñas creaciones



¡Las manos de la divinidad no permitían a Ouruboros participar!
...Ocupado como estaba la pequeña divinidad en crear su nuevo mundo, ya no prestaba atención a la presencia del Ouruboros, que, aburrido del extenso vació del espacio, nadaba ahora en las profundidades de las aguas oscuras de la esfera azul. Los residuos de su cola habían creado pequeños seres, tan pequeños que ningún ojo normal los podría haber observado. Crecían lentamente, y se movían felices en las cantidades inmensas de liquido que los cobijaban como el seno materno. En ocasiones uno pequeño, transparente, era absorvido por otro más grande, y a veces era destruido, o se integraba como otro componente. Formas estrelladas, ovaladas, formas de ojo, de cola, todas las formas imaginables se movían en aquella divina pecera sin nombre aún.


Pero al poco tiempo las criaturas recién creadas, favoritas de Ouruboros por sobre todas las cosas, empezaron a desaparecer, a dejar de existir, dejando detrás sólo sus cuerpos inertes, inmóviles, ausentes como el vacío exterior. Ouruboros se preguntó que podría causar aquello. Las criaturas estaban destinadas a crecer, siempre a crecer, fuera como intrínsecamente o cómo parte de otros. Inmediatamente la gran serpiente fijó los ojos en el cielo raso, en los otros ojos que recién observaban su nueva creación. "¡Qué es lo que pasa, preguntó Ouruboros, qué has hecho para que mis criaturas dejen de existir!" La divinidad, confundida, se encogió de hombros. Entonces Ouruboros se fijó en la espesa nube que rodeaba al planeta; Ocre, ácida, bloqueaba la luz de las estrellas. Tus desechos están matando a ¡Oh, divino meteorismo causador de la muerte! ¡Salvanos Ouruboros! mis criaturas, dijo la gran serpiente, y el pequeño dios, como un niño inconsciente, no le prestó mayor atención, pues estaba entretenido en observar a las pocas criaturas que quedaban flotando en las masas acuáticas de su pequeña esfera cristalina. Entonces Ouruboros, sabio, por sobre todas las cosas, acarreó todos los gases producidos por los intestinos de Dios, los englobó en otra esfera, y los alejó del planeta recién creado.
-¡Qué bello! - dijo Dios aplaudiendo, y su aplauso resonó como la explosión de mil estrellas, matando a todos los seres del planeta nuevo.
Ouruboros suspiró, consiente de estar frente a un niño. Entonces le hizo un anillo al planeta de gases, e instruyó al divino bebé a liberar sus futuras descargas en el nuevo planeta, siempre dentro del anillo, para así poder crear una nueva pecera galáctica, saludable y eterna, como todo lo divino debe ser.


- Empecemos de nuevo - dijo la serpiente, y el niño lanzó escupos de vida al planeta inerte, y luego esperaron siglos, milenios, hasta que la pecera nuevamente estuvo llena, y fue hora de hacer cosas nuevas...


Actual reacreación de los gases divinos


Del papiro rubio llamado Gran Éxtasis

1 comentario:

chao dijo...

=O
me ofendes!




saludos =)